¿Qué nos puede decir la Neurociencia sobre el bienestar de las personas y de las naciones? ¿Un cerebro feliz es un cerebro más productivo?
Claves para aumentar nuestros niveles de bienestar y construir la felicidad en tiempos de pandemia
Muchas veces se mide el progreso económico y social de un país estimando la productividad, el crecimiento o la longevidad de la población. Estos indicadores se utilizan para tomar decisiones y orientar las políticas. Sin embargo, ¿estas métricas nos hablan de las personas y su bienestar? Hoy en día los gobiernos y las organizaciones se están enfocando cada vez más en aumentar la felicidad, la satisfacción general con la vida y el sentido de propósito de las personas. Las neurociencias, en conjunto con otras disciplinas, brindan un gran potencial para intentar comprender las bases neurológicas del bienestar y contribuyen con aspectos clave para su construcción personal y social en diferentes ámbitos y momentos de la vida.
Con este enfoque, y teniendo en cuenta las dificultades sin precedentes que trajo la pandemia, la Fundación INECO llevó a cabo el Primer Simposio Virtual Internacional sobre Neurociencias y Bienestar. El 28 de octubre pasado se reunieron virtualmente investigadores de reconocimiento internacional, expertos y expertas en ciencias cognitivas, educación, sociología, economía y musicoterapia, entre otras disciplinas, para compartir las últimas investigaciones en salud mental y brindar herramientas prácticas para sobrellevar el impacto que ha generado el COVID-19. La virtualidad, protagonista de estos tiempos, permitió la enorme participación del público: hubo más de 17.000 personas de 40 países inscriptas en las charlas.
Facundo Manes, fundador de la Fundación INECO, fue el primer orador de la tarde y comenzó su charla explicando cómo se puede abordar el bienestar, un término amplio y usado cotidianamente, desde un punto de vista científico. “No es sencillo definir algo como la felicidad o el bienestar ya que se trata de constructos complejos. Muchas veces resulta conveniente descomponerlo, no para minimizarlo o reducirlo, sino para entenderlo más claramente”. Uno de los notables focos de investigación de las neurociencias ha sido la determinación de los circuitos de recompensa en el cerebro –claves para el placer y el deseo–, mecanismos que involucran distintas regiones cerebrales y que se encuentran comunicados mediante mensajeros químicos. Estos circuitos se activan cuando realizamos una actividad placentera o cumplimos un objetivo. Pero luego de realizada esa tarea ¿qué nos sucede? ¿Cuánto dura ese bienestar?
La felicidad no está dada solo por el placer inmediato, la vida hedónica, la satisfacción que nos puede proporcionar una comida, un paisaje, una reunión con amigos. Sino también por la satisfacción que nos producen los logros a largo plazo, frutos que surgen del esfuerzo del trabajo y la planificación: la felicidad eudaimónica. Manes nos recuerda que nuestro cerebro se transforma de manera constante y que cada uno puede influir de manera positiva sobre estos cambios: las decisiones que tomamos diariamente influyen en nuestra salud, en nuestros proyectos y en nuestra felicidad. Si bien hay estudios que muestran que la genética puede determinar una proporción de nuestro bienestar, esta influencia no es más que un 30%, lo que significa que podemos modificarlo ya que la felicidad se construye.
¿Y cómo logramos que ese bienestar nos ocurra? Algunos de los aspectos clave mencionados por Facundo Manes son:
- Aceptar las emociones negativas y reconocer la complejidad de la vida: significa que estamos conectados con lo que nos está pasando.
- Trabajar en la manera en que pensamos y expresamos nuestros sentimientos, reduciendo los pensamientos negativos. “Cambiar la manera en que sentimos cambiando la manera en que pensamos”.
- Establecer y lograr metas realistas.
- Saborear los acontecimientos ordinarios positivos.
- Tener hábitos saludables: la actividad física refuerza nuestro pensamiento creativo, es un buen ansiolítico y antidepresivo natural. Tener una alimentación saludable y cuidar el sueño también es importante. Dormir entre 7 u 8 horas.
- Regular las demandas del entorno a nuestras posibilidades reales: a veces decir que no es saludable.
- Manejar nuestras expectativas.
- Promover la espiritualidad y la sensación de propósito.
- Meditar, disfrutar del presente. Un cerebro atento al presente es un cerebro más feliz y más productivo.
- Agradecer por lo que se tiene en vez de preocuparnos por lo que nos falta.
Sobre el final de su charla, Manes afirma que no hay que pensar el bienestar como algo que se tiene o no se tiene, sino que es un continuo, y que las personas podemos realizar modificaciones internas para construir la felicidad si nos centramos en emociones positivas, en realizar actividades en las que perdamos la noción del tiempo y del espacio, como cocinar, bailar, cantar y otras actividades qu e nos lleven al estado de “flow”, un estado psicológico donde hasta la noción de uno mismo se diluye. A su vez, consolidar relaciones humanas íntimas y afectuosas es fundamental ya que somos seres sociales. Si bien hoy en pandemia debemos cumplir un distanciamiento físico, debemos seguir conectados con nuestros seres queridos. «Ser altruista o generoso activa los centros del placer. Las personas generosas reportan tener más amistades, soportar más los obstáculos de la vida y son más resilientes. Un cerebro infeliz es un cerebro menos inteligente, menos creativo y menos productivo» concluyó.
Si bien este enfoque se centra en lo que cada persona puede hacer individualmente, durante el Simposio este punto de vista fue complementado con la idea de que, aunque la felicidad es subjetiva, puede medirse y relacionarse con las tendencias de las sociedades. Más allá de que la felicidad pueda ser trabajada por los individuos está íntimamente relacionada con las políticas públicas. Facundo Manes explica que la preocupación por el bienestar y la felicidad se ha extendido a otras disciplinas, como la economía. El Foro Económico Mundial sostiene que se debe generar un modelo económico diferente, uno que satisfaga las necesidades básicas de todos los seres humanos del planeta, que respete los recursos naturales, que sea más justo y cuyo objetivo principal no sea el crecimiento per se sino optimizar el bienestar humano.
En la misma línea, realizó su presentación Florencia López Boo, economista y líder en la División de Protección Social y Salud de el BID, quien disertó acerca del desarrollo de políticas públicas para la “nueva normalidad”. ¿Cómo hacer para que, pasado el aislamiento, las personas pierdan el miedo de ir al médico para hacerse controles o ir a la escuela? Para diseñar intervenciones efectivas es necesario comprender cómo la pandemia afectó el comportamiento y la mente de las personas. Florencia compartió un trabajo realizado por el BID junto con la Fundación INECO en el que se investigó el impacto de la pandemia y el confinamiento en la salud mental de la población de Argentina. Se encontró que más de un tercio de los participantes presentaron síntomas de depresión o ansiedad durante la primera semana después del comienzo de la cuarentena y que los grupos más afectados en relación al impacto en la salud mental son los jóvenes y las personas de menores ingresos.
Otro estudio compartido por López Boo, y realizado en conjunto entre el BID y la Secretaría de Innovación y Tecnología de San Pablo, apunta a conocer cuáles son las intervenciones efectivas para lograr promover el uso de máscaras, el distanciamiento social y fomentar a las personas a quedarse en la casa. «Simplificar la comunicación, unificar los mensajes de los gobiernos y aprovechar los mensajes de familiares y amigos, son estrategias para el diseño de políticas públicas efectivas en estos momentos» concluyó. Conocer estas tendencias y el estado de la salud mental de la población es importante para prevenir los contagios, además de que impactan en el bienestar de las personas.
Marita Carballo, Presidente de la asociación mundial de opinión pública y Presidente de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, centró su presentación en el mapa de la felicidad mundial, identificando los factores que se correlacionan con ella y mostrando la forma en que las políticas públicas pueden contribuir a generar el entorno y las condiciones para un mayor bienestar. “La felicidad difiere de un país a otro y a lo largo del tiempo, debido a razones que son identificables y que en muchos casos pueden ser influenciadas por políticas públicas, como la salud, la educación, las relaciones familiares o la libertad de expresión” afirma Carballo. ¿Qué pueden hacer los gobiernos de la región para mejorar el bienestar de la población en este momento de pandemia? El foco tiene que estar puesto en las políticas de salud física y mental. Es fundamental que todo el mundo pueda tener acceso a los tratamientos psicológicos y ayudar a las personas a desarrollar habilidades para enfrentar estas situaciones que se nos presentan.
A su vez, hubo notables presentaciones de expertos y expertas en musicoterapia, tecnología y neurofisiología del ejercicio que además de invitar a la reflexión sobre la neurociencia del bienestar, brindaron herramientas tanto a nivel individual como comunitario. Las repercusiones de los asistentes al Simposio no tardaron en hacerse notar en las redes sociales que se inundaron de comentarios de agradecimiento. Es muy posible que transitar esta pandemia nos vuelva más altruistas, más agradecidos y más empáticos. Pero para que ello suceda, en un contexto extremadamente difícil y único, se vuelve imperioso compartir el conocimiento científico para desarrollar resiliencia y para abordar el bienestar.